Mallorca 1 – 0 Cádiz
Ya no lo recuerdo. No sé si fue antes o después de la parada de Reina en el 78. Pero fue ahí, justo ahí, donde Aridai ganó el partido. El importante. El del aficionado. El que perdura en el recuerdo. Aridai, simplemente, corrió. El canario corrió sin explicación lógica, sin razón alguna. Sprint desbocado a por un balón imposible. La fe haciendo estallar en mil pedazos cualquier límite espacio-temporal conocido. La grada rugiendo, en pie, ante la incredulidad del portero y el defensa visitante. Una carrera igual de emotiva, o más, creedme, que un gol de Álex López en el 90’.