Nacho Mallo ( @NACHOMALLO )
No hay mucho tiempo para pensar en lo ocurrido, apenas para organizarse para lo que viene. Sigue siendo posible el sueño del ascenso, aunque hay que reconocer que si el Mallorca lo consigue, tendrá tintes épicos.
El resultado ante el Dépor ha sido tremendamente exagerado para lo que dejaron ver ambos equipos. El Mallorca empezó mejor que el equipo coruñés al que quizás le despistaron un poco los cambios tácticos que se fueron produciendo en el equipo de Moreno. Pero el fútbol, sobre todo cuando las fuerzas están muy igualadas, es cuestión de pequeños detalles. Y, esta vez, cayeron a favor del bando gallego. El primero se produjo en el gol de falta de Cartabia. El tanto rompía la igualada en un partido en el que los guardametas no habían tenido que intervenir prácticamente en ningún momento. Ha sido un disparo magnífico, pero ante una barrera prácticamente insignificante e inocua. Lo hemos pagado caro. A partir de ese momento parece que entramos en un estado de nervios y viene el segundo detalle importante: la expulsión de Pedraza. Una jugada en el centro del campo que, aunque sin mala intención, fue muy peligrosa. Estas dos acciones decantaron el desarrollo del encuentro y quizás el de la eliminatoria. Veremos.
Comienza la segunda parte y, al estar con un jugador menos, el equipo no puede lanzarse alegremente en búsqueda del empate. Lo que se intenta es aguantar el resultado y salir vivos del encuentro. Los deportivistas tampoco quieren volcarse claramente sobre el área de Reina, pero sí que es cierto que la escuadra local se nutría de la falta de posesión de balón de los nuestros. Sin llegar a disfrutar de oportunidades muy claras, en una de esas aproximaciones llegó el segundo y polémico gol de la noche. Creo que viéndolo repetido, el balón sí ha rebasado la línea de meta, pero la actuación no explicada del linier, irritó sobremanera a los nuestros. Desde mi punto de vista, aunque quizás pueda haber alguna duda en la forma de actuar, el árbitro acertó en las jugadas, así que creo que no hay que darle muchas más vueltas.
Como dice el título, el Mallorca se ha quedado sin tiempo para pensar, sin tiempo para lamentarse y, casi, sin tiempo para recuperarse. Pero, normalmente, cuando pasan estas cosas la afición se vuelca aún más con su equipo y en un Son Moix que se llenará, estoy seguro que el guiso se puede cocinar. No será fácil, pero tampoco hay que desesperarse. La pregunta que me hago es, ¿tenemos elementos de juicio para pensar que el Mallorca, jugando en casa, pueda ganar a cualquier equipo de la Segunda División por 2 a 0? Creo que todos, o casi todos, respondemos que sí. No será fácil, pero es posible.
El domingo, a las 21:00 horas en un Son Moix lleno, el último partido de la temporada y, quizá, también el último en Segunda. Empujando todos hay un pelín más de opciones y este equipo se lo merece. Así que a animar todo lo que uno pueda, pase lo que pase.
Mucha suerte.
Nacho Mallo
Nacido el 20 de febrero de 1960, el guardameta gallego defendió la portería
bermellona durante seis temporadas, desde la 82/83 hasta la 87/88.
En ese tiempo disputó 102 encuentros, tanto en Primera como en Segunda División, peleando siempre por la titularidad con grandes porteros como Zubeldia o Ezaki Badou. Tal y como recoge Xesc Ramis en su Diccionario de jugadores del Real Club Deportivo Mallorca (Editorial Siníndice, 2017), «era un portero con muy buenas manos, agilidad asombrosa y mucha tranquilidad en los momentos de más presión».
Actualmente es tertuliano en el programa Ser Deportivos Baleares, dirigido y presentado por Pedro Morlà.