Nacho Mallo ( @NACHOMALLO )

Creo que la eliminatoria contra el Albacete se ganó en el partido de ida en casa. Es verdad que nadie podría asegurar, antes de jugarse el partido de vuelta, que el 2-0 de la ida fuera determinante, pero así ha sido. La victoria merecidísima el jueves pasado, ante un equipo que fue bastante inferior a lo que había demostrado en la mayor parte de la liga, ha sido definitiva.

En el partido del Carlos Belmonte, los manchegos lo intentaron pero les faltó fuelle para llegar hasta el final. Los manchegos mostraron cierto dominio en los primeros minutos y, aunque sin muchas ocasiones, su empuje les permitió conseguir el gol en el primer cuarto del tiempo reglamentario. Parecía que el guión, pensado y soñado por ellos, se iba a concretar.

El Mallorca empezó dubitativo en un ambiente caldeado y que en el que el equipo de Ramis tiró de todo lo que tenía para doblegar a los nuestros. Antes del encuentro se criticó la labor del árbitro en el partido de ida (opinión solo compartida por ellos mismos) y, una vez empezado el mismo, provocando a los jugadores bermellones con juego, digamos que en el límite de lo deportivo.

Quizá por todo eso no reaccionamos hasta la segunda parte. Seguramente Vicente Moreno, aprovechando el descanso, hizo recapacitar y fue capaz de estimular a los suyos. La alineación que había dispuesto era la misma que la titular en el partido de ida y en la segunda parte lo único que modificó tácticamente fue el pasar a Dani Rodríguez más en banda derecha para que Leo Suárez jugase más de enganche. Solo con eso, más, supongo, la inyección en forma de arenga que habrá realizado, fue suficiente para que el dominador del encuentro fuésemos nuevamente nosotros. Dispusimos de varias ocasiones, algunas más claras que otras, pero el anhelado gol no llegó. Los albaceteños, con la derrota en la nuca, intentaron asediar la portería de Reina, al que obligaron a intervenir en un par de ocasiones haciendo. El cancerbero bermellón evitó una prórroga que hubiera sido dolorosa e injusta con nuestro equipo. Menos mal, hubiese sido terrible.

Definitivamente el Mallorca fue mejor en el cómputo global de la eliminatoria y su pase a la final contra el Dépor es merecidísimo. Es curioso que los dos equipos clasificados más abajo en la fase regular serán los que se disputarán la última plaza que da acceso a la Primera División.

El último partido de la temporada 2018/19 del Mallorca se jugará en Son Moix y esta vez sí habrá premio o castigo. Así que estoy imaginando otra jornada como la primera con el Albacete, con una afición deseosa de estos estímulos y que llenará el estadio nuevamente.

Pero la primera parte del trabajo la tenemos este próximo jueves a las 21.00 h en Riazor. Ahí estará la mitad del esfuerzo para conseguir el objetivo. No me atrevo a hablar de favoritos. Analizándolo todo, en este momento creo que las apuestas tendrían que estar al 50%. Si jugamos como hace unos días, o incluso como en el último partido en Coruña, a pesar de haberlo perdido en el minuto 95, soy optimista. Pero este es otro equipo, otro partido, otra eliminatoria.

A disfrutar.

Nacho Mallo

Nacido el 20 de febrero de 1960, el guardameta gallego defendió la portería

bermellona durante seis temporadas, desde la 82/83 hasta la 87/88.

En ese tiempo disputó 102 encuentros, tanto en Primera como en Segunda División, peleando siempre por la titularidad con grandes porteros como Zubeldia o Ezaki Badou. Tal y como recoge Xesc Ramis en su Diccionario de jugadores del Real Club Deportivo Mallorca (Editorial Siníndice, 2017), «era un portero con muy buenas manos, agilidad asombrosa y mucha tranquilidad en los momentos de más presión».

Actualmente es tertuliano en el programa Ser Deportivos Baleares, dirigido y presentado por Pedro Morlà.