Qué sensación tan extraña tuvo que tener Dani Giménez. Girarte a toda prisa a por el balón y toparte de frente con un corazón desbocado. Las redes todavía bailando, bañadas en sangre y sudor, imagen empañada por la humedad de esa lágrima. Cada latido, un deseo; cada latido, una ilusión. Tambor vivo, atronador, marcando el paso de una Isla, imponiendo la cadencia de las olas del Mediterráneo. Principio y final. Primera División.
A fuego lento
25 martes Jun 2019
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