– “¿Quieres cambiar?
– Es la única prueba de que uno sigue vivo”.
Retorno a Brideshead
Evelyn Waugh
Quiero ganar, siempre. Aunque a veces crea que es imposible. Contener la respiración, levantarme de mi asiento. Gritar. Sufrir ante el acoso del rival en los últimos minutos con un marcador tan ajustado. Saltar al césped. Empujar ese balón. Detener el maldito reloj hasta conseguir el gol de la remontada definitiva.
Quiero ganar, siempre. Aunque a veces me digan que es imposible. Subir saltando a Son Moix, tatarear esa canción. Promesa a veces incumplida, preámbulo del gol. Niños disfrazados por Carnaval.
Quiero ganar, siempre. Aunque a veces sea imposible. Maldecir esa última jugada. Y ser consciente, al mismo tiempo, que en esas breves décimas de segundo, las que van entre el remate de cabeza y la parada del portero, justo ahí, hay más vida junta, bullendo, saliendo a borbotones, que en cualquiera de las vergonzantes, aburridas y abultadas victorias del Madrid o del Barcelona.
Yo gano, siempre. Independientemente del resultado final. Bendita esa maldita temporada y ese nefasto partido que nos hicieron disfrutar de manera tan salvaje del gol de Lago Junior ante, precisamente, el Elche. Vida. Brutal. Sin control. Ganamos momentos irrepetibles por aquel entonces, descendiendo finalmente a Segunda B, ¿no lo vamos a hacer ahora?
¿Qué necesidad hay de ahogar ese cosquilleo? ¿Qué necesidad había de cercenar nuestra esperanza? ¿Qué necesidad hay ahora de asfixiar nuestra ilusión? Ya habrá tiempo para que se complazcan, recordándonos que nos lo habían advertido. Ya habrá tiempo para darles la razón y elogiar su sabiduría. Ya habrá tiempo para fingir que la próxima vez seguiremos sus consejos. Ahora no. Mientras ruede el balón, mientras las matemáticas levanten un muro que nos proteja de su profecía, no.
Arranquémonos la idea clasificatoria que tenemos del fracaso. Centrémonos en el trabajo, el esfuerzo y el fútbol que ya han demostrado poseer estos jugadores. Quedan victorias por llegar, seguro. No sé si suficientes para subir a Primera, me da igual, pero sí para alimentar ese deseo tan sano como legítimo de luchar por estar arriba.
La temporada ya es un éxito, no importa el resultado. No hay ningún impedimento en disfrutar de lo conseguido hasta la fecha y desear llegar con opciones hasta el final. Ninguno. Creo, más bien, que lo uno es consecuencia de lo otro. Es lo natural. Lo lógico. Lo que llevábamos esperando tanto tiempo. ¿Y qué si no se sube? ¿Y qué si no llegamos al play-off?
¿Ganar? Claro, cojones, quiero ganar. Es la única prueba de que uno sigue vivo.