Osasuna era el coco. El rival a batir en su feudo. Pero ni siquiera hizo falta que El Sadar empujara como sólo El Sadar sabe hacerlo. Al parecer bastó con un gol tempranero, cuyo mérito se reparten a partes iguales el gran centro de Rubén García y la falta de contundencia de Manolo Reina. Con todo el partido por delante, solo Salva Sevilla puso a prueba al portero local en los minutos finales, cuando los pamplonicas ya habían doblado su ventaja. La sensación que me queda, y eso es lo más molesto, es que los de Jagoba Arrasate no eran tan fieros como los pintaban.

Porque si bien perder es una variable más del juego, hay que evitar a toda costa que la derrota a domicilio se convierta en lo normal. Y la percepción, sin embargo, es que en las dos últimas salidas del Mallorca su rival no ha tenido que llegar al cien por cien de sus posibilidades para doblegar a los de Vicente Moreno.

En Almería aceptamos pulpo como animal de compañía. La temporada estaba siendo, lo sigue siendo a día de hoy, más que aceptable. A la empanada post-navideña se le sumaron errores de aquellos que casi nunca suelen fallar. Lo de Pamplona, aunque duela decirlo, fue algo diferente.

Y si esta derrota escuece como pocas esta temporada, es culpa y mérito del Mallorca. Porque derrotas ya las ha habido, unas cuántas, pero el equipo nos había acostumbrado a hacer sufrir a su adversario antes de hincar la rodilla. Porque perder es una variable más del juego, sí, pero es importante también saber cómo hacerlo. Y si bien puede que la jugada hubiera acabado en gol igualmente, el bueno de Joan Sastre no se puede permitir volver al trote en la acción del segundo y definitivo gol navarro.

Las formas son importantes. Mucho. Diría que lo son todo en esta competición de una igualdad casi simétrica. Las formas, la entrega, la intensidad son la diferencia, de hecho, entre las siete jornadas sin ganar que lleva el Alcorcón y esas 7 victorias consecutivas que acumuló el Cádiz de Álvaro Cervera. Eso es, al menos, lo que nos había hecho creer este Mallorca.

La segunda vuelta será durísima, seguro. Los apuros y los refuerzos de enero, refuerzos con los que no contaba Osasuna, aumentarán la calidad de los equipos y dispararán el instinto de supervivencia de todos los contendientes. Otro Mallorca no lo sé. Pero este Mallorca no tiene excusa. Sin apuros clasificatorios y con algunas caras nuevas que esperemos que funcionen, los de Vicente Moreno deben volver a repasar la lección. La culpa y el mérito de que confiemos en ellos es única y exclusivamente suya. Ahí es nada.