A falta de un partido para finalizar la primera vuelta, el Mallorca está donde tiene que estar. Y por primera vez en Segunda División desde que descendiera de la máxima categoría, no hay motivos para el desasosiego. Más bien todo lo contrario. Octavo con 30 puntos, el colchón con respecto al descenso debe animar a los de Vicente Moreno para levantar la mirada sin despegar los pies del suelo. Firmo llegar así a los últimos diez partidos de campeonato donde todo, absolutamente todo, puede pasar.
El partido en Almería fue malo, tirando a muy malo. Casi tanto como el que ganó el Mallorca en Córdoba en aquella temporada que no nos apetece recordar. Inversamente proporcional, también, al jugado esa misma campaña en Girona en la que el cabezazo de Juanpe, en el 88’, nos proporcionó la enésima decepción. Esta vez, y sin que sirva de precedente, pasó lo que tenía que pasar en función a lo expuesto por los dos contendientes. Porque el fútbol está loco, pero no tanto. Y aun así tiene sus cosas. Como que te piten tres penaltis en contra y tu portero sea capaz de parar dos. Casi como Palermo, pero al revés.
Errores. Los hubo. Vaya sí los hubo. Fallaron, incluso, los que no suelen fallar. Pero si la derrota en Los Juegos del Mediterráneo sirve para cumplir con el cupo de errores de aquí a final de temporada, bienvenida sea. Mejor así, todos juntos en 90 minutos, que desperdigados a lo largo y ancho de todo el campeonato. Una lección de la que también debe aprender el Mallorca. Porque sin depender de los fallos del rival, también debe ser capaz de aprovecharse de ellos cuando se produzcan. Y si es capaz de provocarlos, pues mejor que mejor.
El partido en Almería fue malo, tirando a muy malo. Contrasta, diría que incluso resalta, con lo visto en las 19 jornadas disputadas desde el pasado mes de agosto. A día de hoy, es la excepción que confirma la regla. Los jugadores siguen con el pico y la pala, con la escuadra y el cartabón. Sería absurdo pensar, tras verles cimentar la base de una hermosa catedral, que se vayan ahora a dedicar al socavón. Y en caso de que sea cierta, la hipotética pájara, no hay mejor momento para sufrirla. El mercado de fichajes puede ser de gran ayuda si el míster lo considera necesario.
Sí, el partido en Almería fue malo, tirando a muy malo. Pero ya pasó, como lo hicieron los Reyes Magos. Es el Deportivo el que se interpone ahora entre nosotros y Sant Sebastià. Una nueva oportunidad que debe ser afrontada con ambición renovada. Encararla desde el temor sería el verdadero, y grave, error.