Rayo Majadahonda 0 – 1 RCD Mallorca
Qué importante es acentuar bien. El acento imprime carácter, dota de personalidad y, hasta en ocasiones, cambia el significado de las mismas grafías dispuestas en idéntico orden. Y bien que lo saben en Torreperogil, en la provincia de Jaén, donde la La Ligá ha sustituido a La Liga como competición oficial. La unión perfecta entre la caña y la tapa, ese ligar con esmero y fruición lo sólido con lo líquido. La Ligá es el auténtico deporte rey de la zona y hay partido los 365 días del año.
Si los torreños han mejorado exponencialmente el significado de una palabra mediante la ligera modificación en la acentuación de la misma, pasando de llana a aguda, el Mallorca se mantiene firme en su pronunciación y es, sin ningún género de dudas, un equipo esdrújula. La esdrújula es dura, es fuerte, y, a diferencia de sus congéneres, no está sujeta a incómodas normas ni excepciones que tengas que aprenderte de memoria. Las esdrújulas siempre llevan tilde. Siempre. Son fiables y fáciles de reconocer.
El equipo de Vicente Moreno va a perder muy pocos encuentros esta temporada. Otra cosa es que el rival le gane el partido, que eso siempre puede ocurrir. Y aunque las consecuencias sean exactamente las mismas, se trata de dos fenómenos radicalmente opuestos. La tilde, el acento de Moreno. Ese medio palito torcido sobre la vocal. Ese minimizar errores. Ese no regalar nada. Mejor un chut lejano que una contra; mejor un patadón atrás que una pérdida en la frontal. Que nadie se confunda. Una esdrújula total.
El Rayo Majadahonda quiso ser palabra llana cuando sus salidas desde atrás dejaron claro desde un primer momento que lo mejor hubiera sido reforzar la sílaba final. Pedraza robó en la salida de balón y cedió a Abdón en la frontal. El de Artà, amagó con el chut, pero regaló una asistencia. Castro, tomándose su tiempo para disfrutar del presente, controló, regateó y pateó. Pim pam pum. Es – drú – ju – la. El Rayo, por su parte, incapaz de ponerle la tilde a esa contra de manual, firmó su sentencia de muerte al filo del descanso.
La segunda parte del partido sirvió para poner el acento sobre Raíllo, descomunal en el juego aéreo. El central debe asentarse en la categoría después de brillar en Segunda B. Anda sobrado de talento, pero también de un carácter que debe aprender a controlar. Abdón sigue a lo suyo, marcando, asistiendo y haciendo jugar a sus compañeros, mientras que Salva Sevilla parece estar disfrutando de una segunda juventud con la zamarra bermellona.
Había Liga en el Wanda y yo debía dar la cara en La Ligá. Dirigí mis pasos hacia El Riñón y así fue como contemplé la primera victoria a domicilio del Mallorca esta temporada, bajo la atenta mirada de Fernando Torres.