Año I en el Destierro. Jornada 21. Penya Deportiva 2 – Mallorca 1
El humo de los cigarrillos castiga las pupilas mientras el último whisky golpea y se amontona en el cerebro. Niebla. La tenue luz amarilla se filtra a través de los cordeles de la lámpara y no sabes qué hora es. El verde del tapete se confunde con el césped. Las cartas no entran y la fortuna, promiscua, parece haberse asido de otro brazo. Quieres levantarte de la mesa, recoger tu dinero antes de que sea demasiado tarde. Pero no es posible. Conocías las condiciones antes de sentarte y sólo la bancarrota podría liberarte antes de la hora fijada. Los murmullos acompañan el vuelo de esa carta que dibuja tu destino. El crupier no da tregua y otra mano está a punto de comenzar.
La mesa bulle en el peor momento de la temporada para el Mallorca. De hecho, es el descenso en su montón de fichas la razón del alborozo entre sus contrincantes. Las ganancias bermellonas siguen siendo las más generosas, sí, pero las diferencias se reducen y los rivales cada vez tienen que levantar menos la vista para vislumbrar la cima de ese Everest otrora inalcanzable. Dos ases han desaparecido de la baraja. ¡Cómo cuesta así ligar las cartas! Gestos y tics antes imperceptibles se han convertido ahora en un libro abierto.
No hay excusa. La derrota en Santa Eulalia nada tiene que ver con las ausencias de Lago Junior o Ferran Giner. El Mallorca no puede perder el tiempo lamentándose por la ausencia de dos jugadores de los que el resto de rivales no ha dispuesto en toda la temporada. Incapaces de ligar una buena mano, los de Vicente Moreno tenían figuras suficientes como para, al menos, ganar con la carta más alta. Pero para ello hay que subir la apuesta, blindar el farol y no mostrar duda alguna. La Penya no tragó. Le bastó con ver las cartas para sacar tajada.
La timba es la que es y estamos donde estamos. Un saco de fichas en el ecuador de esta partida a todo o nada es tan inútil como la ceniza que puebla ese cenicero. Tener claro el objetivo quizá ayude. La propiedad debe asumir (más) riesgos. Es el momento. Más que el abismo de la derrota, es la promesa de la victoria la que debe propiciar ese all-in definitivo y ganador. La partida debe continuar. De hecho, va a continuar.
La mano del domingo es espectacular. Y no se me ocurre mejor momento para poner las cartas encima de la mesa. Y James, con la J de Jóker, es el tahúr que empiezo a echar en falta. En una categoría tan cuadriculada, con más rayas que el campo de la Penya Deportiva, algo de anarquía puede ser la solución. Hagan juego, señores.
RCD Mallorca: Reina; Joan Sastre, Xisco Campos, Raíllo, Núñez (Enzo, 80′); Cedric, Pedraza, Salva Sevilla (Damià Sabater, 57′), Bustos (Salva Ruiz, 65′); Álex López y Abdón Prats.
Goles: 0-1 (6′) Golazo desde la frontal de Bustos; 1-1 (71′) Alguien; 2-1 (79′) Uno con apellido vasco.
* Artículo publicado en El Mundo – El día de Baleares el 18 de Enero de 2018.