Año I en el Destierro. Jornada 3. Atlético Baleares 0 – Mallorca 0

Siendo alevín o así, jugaba en el equipo de fútbol sala del Ramón Llull. Nuestra pista estaba encajonada, nunca mejor dicho, entre el colegio Santa Magdalena Sofía y la parroquia encomendada al beato mallorquín. De cemento color rojo, los baches que tenías que ir evitando no eran lo que más llamaba la atención de esa cancha de futbito. Lo que realmente sorprendía eran sus pírricas dimensiones. Si me apuráis, casi os podría asegurar que aquellas líneas blancas enmarcaban más la figura geométrica de un cuadrado antes que las de un rectángulo.

Nos lo pasábamos bien, pero éramos malos de solemnidad. Yo el primero. Jugaba de portero y en el primer partido de liga, en la gigantesca pista de parquet de La Salle, encajé la friolera de 23 goles que marcaron mi trayectoria como futbolista. Al poco tiempo me invitaron a dejarlo cuando pasé a jugar en el campo de tierra del Rafael Puelles. Le sentó mucho peor a mi madre que a mí, que algo ya barruntaba. Queda claro, pues, que de fútbol no tengo ni pajolera idea. Pero algo de memoria sí me queda. Y recuerdo, perfectamente, que todos y cada uno de los equipos que pasaron por nuestro diminuto campo, nos ganaron. Y nos ganaron ya no sólo porque nosotros fuéramos muy malos, que lo éramos, sino porque ellos, además, eran mejores que nosotros. Y lo eran a pesar de los baches y de que nuestra pista no cumpliera ni por asomo con las medidas reglamentarias.

Al fútbol se juega con un balón y hay que meter la pelotita. Porque no encajar goles te garantiza el empate, nada más. Y está muy bien eso de llevar siete puntos, de verdad. Pero contra diez jugadores sólo la mala suerte puede impedir que te lleves los tres puntos. Por mucho derbi, por mucho campo pequeño y por mucho césped artificial que se ponga por delante. Más, aun, cuando el árbitro, peor incluso que Pol Roigé, te pone el partido en bandeja en el minuto 50. Al Mallorca le cuesta ganar porque le cuesta marcar goles. C’est la vie. Y a los tres partidos que hemos visto hasta la fecha me remito.

Queda mucho tiempo por delante. El equipo tiene un inmenso margen de mejora y Vicente Moreno ha demostrado ser un entrenador mucho más que apto. Han llegado jugadores nuevos a última hora y puede que aporten eso que necesita el grupo, no lo sé. De lo que sí estoy seguro es de mis ganas por ver jugar a Fernando Cano con el primer equipo. Porque creo, sinceramente, que tiene ese algo, esa chispa, que no hemos visto hasta la fecha. Pero, yo, de fútbol, ni pajolera idea. Un día me metieron 23.

RCD Mallorca: Reina; Fran Grima, Xisco Campos, Raíllo, Bonilla; Pol Roigé (Bryan Reyna, 72′), Marc Pedraza (Álex Serrano, 58′), Damià Sabater, Lago Junior; Cedric (Álex López, 78′) y Abdón Prats.

Goles: No hubo.

* Columna de opinión publicada en El Mundo – El día de Baleares el 6 de Septiembre de 2017.