Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Yo, con vuestro permiso, me voy a tomar la licencia de hacerlo por tercera vez. Los partidos frente a Alcorcón y Nàstic han sido golpes, bajos, muy difíciles de digerir. Los jugadores se han quedado sin excusas y están, por merecimiento propio, en el centro del huracán. El Mallorca comparte con el Mirandés el dudoso honor de ser el peor equipo de la categoría. Y aquí no cabe interpretación posible. Aun así, el Mallorca puede, debe, ganar en La Romareda.
Ya no hace falta jugar con red. El daño está hecho y no se puede caer más abajo. Tras el último fracaso en casa, ha habido tiempo más que suficiente para confesar los pecados en el vestuario y hacer un firme propósito de enmienda. Toca ahora cumplir con la penitencia, bendita penitencia, y volver con los tres puntos de Zaragoza. Es ahora o nunca. El fútbol, esquivo y cruel con los bermellones a lo largo y ancho del campeonato, les concede una nueva e inesperada oportunidad para redimirse.
Llevamos toda la temporada hablando de la igualdad que reina en la competición. Aferrémonos a ella cuando más falta nos hace. Y donde no alcancen la calidad, la técnica, o la táctica, que lo haga el instinto de supervivencia. Son 90 minutos para mantener viva una realidad de 101 años. Once contra once y un balón que dictará sentencia. El aficionado ni pide, ni solicita, ni ruega, esta vez exige una entrega ante la que no quepa ni el más mínimo reproche. Morir o matar.
Y dos son los hechos a los que me aferro para no caer en un discurso vacío y alejado de la realidad. El primero es la llegada de Sergi Barjuan. No entro a valorar lo acertado o no de su decisión. Pero de lo que estoy convencido es que la salvación del Mallorca supondría la mejor carta de presentación para su currículum. Es otro que no tiene nada que perder y sí muchísimo que ganar. De su capacidad para motivar y recuperar a los futbolistas depende buena parte del futuro del equipo y de su trayectoria profesional. Mejor o peor, confío plenamente en que no escatimará esfuerzos para sacar la situación adelante.
El otro clavo ardiendo es el encomiable gesto de Culio. El argentino ha optado por quedarse en la Isla antes que volar a Argentina y acudir al funeral de su madre. Nadie hubiera osado reprocharle su ausencia en una situación como esta. Él ya ha mostrado su compromiso con el equipo. Ahora les toca a sus compañeros corresponderle y hacer que esta dolorosa decisión haya merecido la pena.
* Artículo publicado en Fútbol desde Mallorca el 13 de Abril de 2017.