No queda absolutamente nada que decir y, desgraciadamente, muy poco que sentir. La desilusión y el desapego hacia la actual realidad del club aumentan a un ritmo vertiginoso y, ni siquiera así, logran alcanzar la verborrea insana de un CEO engullido por su propio personaje. Adicto al discurso vacío, enamorado de su retórica enlatada y vencedor en todas sus fantasías, a Maheta Molango le quedan ya pocas excusas a las que aferrarse. Porque si la permanencia igual no es un requisito indispensable para el plan ideado desde Phoenix, es del todo imprescindible para el mallorquinismo de a pie, ese que dota de sentido a todo este negocio.
La conjura de los necios
31 viernes Mar 2017
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