Pocos rivales aguantan al Mallorca cuando éste juega al 100%. Lo preocupante es que al equipo le dura la gasolina apenas 35 minutos. Ese el tiempo del que dispone ahora mismo Olaizola para encarrilar los partidos. Frente al Rayo Vallecano fue suficiente, pero los bermellones ya demostraron que lo pasaron muy mal durante la segunda parte. La fortuna le dio la espalda a los baleares en una brillante primera parte en Girona. En esa ocasión el equipo no consiguió perforar la portería contraria, el cansancio se llevó a Culio por delante y el final de la historia ya la conocemos.
Dos partidos, tres con el del sábado, tiempo más que suficiente para que Olaizola entienda que los cambios son fundamentales para mantener al equipo al máximo de revoluciones durante los 90 minutos. De lo contrario, cuando te encuentras a un equipo que sabe a lo que juega, ocurre lo del Tenerife.
Me gusta, y mucho, que el equipo salga como lo hace en los últimos tiempos. Es una manera de marcar territorio e intentar ponerte por delante. Pero Olaizola debe prestar mayor atención al aguante de sus extremos y sus dos mediocentros, los jugadores con mayor carga de esfuerzo en el sistema que utiliza. También es el caso de los delanteros, pero Lago y Brandon han demostrado ser dos portentos de la naturaleza y de momento consiguen aguantar, con más o menos acierto, el ritmo impuesto desde el banquillo. No, la fragilidad se concentra en los cuatro hombres anteriormente citados. Ahí es donde tiene que actuar el Vasco y recurrir a los cambios al intuir el más mínimo síntoma de flaqueza. Quitar el pie del acelerador te lleva a perder el control y ese es el camino más corto hacia la derrota.
La clasificación se empeña en demostrar que los jugadores del Mallorca no son los más buenos ni los mejor preparados físicamente. Ante tal evidencia, deben recurrir a la inteligencia y ser más listos que su rival en cada partido. Hay que saber cortar el juego cuando a uno le conviene, sobre todo en campo contrario. Esas faltas son fundamentales para coger aire y recuperar, y evitar de paso que el partido se convierta en un correcalles donde el Mallorca tiene poco o nada que ganar.
Los detalles más nimios van a determinar la permanencia esta temporada. Olaizola no puede pasar por alto ninguna señal de alarma y debe tomar medidas de inmediato. Y debe estar atento, muy atento. Porque el sábado ya se produjeron los primeros reproches entre compañeros sobre el mismo terreno de juego. O el Mallorca aprende a jugar como un bloque y con una idea compartida o la salvación será cosa de terceros.
Totalmente de acuerdo Luis.
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