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Creo que todos nos enamoramos de su descaro, velocidad y desborde el día de su estreno esta temporada frente al Mirandés. Ya había mostrado cosas interesantes el curso anterior de la mano del Chapi Ferrer y Pepe Gálvez, pero frente a los burgaleses fue el hombre más destacado del encuentro y todo hacía indicar que ésta sí que era su oportunidad definitiva. James repitió titularidad en Getafe y en Reus. Sus actuaciones no resultaron tan desequilibrantes como la del primer día y desde entonces tan solo ha disputado 40 minutos repartidos en tres partidos, saliendo siempre desde el banquillo.

James pecó de individualista en alguna ocasión en el partido frente al Rayo, abortando algún que otro contragolpe peligroso. Bien por él. Lo digo en serio. Porque para eso está. Para probar. Para intentarlo. Reforzar lo que funciona y desechar aquello que no sirve. Ensayo y error. Sentirse capaz de comerse el mundo él solo. Ya serán Olaizola y Robles los que le muestren el camino correcto.

No, ahí no se equivocó James. El error de James fue mucho más profundo. Con toda la energía y fuerza de la que dispone un joven de su edad, habiendo salido en el minuto 67, James era el único jugador bermellón que no bajaba a defender las contras visitantes. Puede que, algún día, se le exima de cualquier tarea defensiva. Pero para llegar a ese punto hay que ganárselo en el césped y haber comido barro, mucho barro.

Todo en la vida de un deportista de élite pasa muy rápido, puede que demasiado. Sin haber cumplido 22 años, James está, seguramente, en el punto donde se decida su futuro profesional. Todo el esfuerzo, todos los golpes que le ha propinado la vida y que han moldeado su carácter cobran, ahora, sentido. Está en el sitio oportuno y en el momento adecuado. Dispone de la oportunidad con la que no contaron tantos otros que le precedieron y que se quedaron en el camino. Y lejos de acobardarse, es el momento de demostrar su personalidad. Cuenta con el talento suficiente y dispone de toda su carrera para cumplir el sueño de miles de adolescentes.

Todos debemos tener paciencia. Él, el primero. James no debe sentir la responsabilidad de tirar del carro todavía. No sería justo, ni sano. Ahora mismo está para aprender, formarse, seguir creciendo. Está para mirar y escuchar mucho. Pero, sobre todo, está para divertirse. Para seguir jugando como lo hacen los niños. Porque ellos se toman el juego en serio, pero que muy en serio. El futuro de James está en las manos de James, en las de nadie más. Es su decisión. Es su momento. Apoyémosle.

*Artículo publicado en Fútbol desde Mallorca el 15 de Febrero de 2017.