Ha llegado el momento de quemar las naves, dar un paso al frente y no volver la vista atrás. Fernando Vázquez y sus hombres se han encargado de renovar las ilusiones de una afición aturdida por el fracaso de las últimas temporadas y que ahora les exige cruzar su Rubicón particular. El partido en el Martínez Valero es la última puerta que les queda por derribar antes de ganarse definitivamente la adhesión de aquellos que todavía dudan de la fiabilidad de la plantilla. La magia del escenario y la dinámica positiva están de su lado, ahora sólo falta vencer y convencer a domicilio. Alea jacta est.

Corría el año 49 antes de Cristo cuando Julio César pronunció su célebre frase antes de iniciar una campaña que cambiaría el rumbo de la Historia. Sus huestes fueron las primeras que, desobedeciendo las órdenes del Senado, cruzaron la última frontera natural que separaba la Galia de Roma. A pesar de la dificultad de la empresa y de sus propias dudas, el militar arriesgó y confío en la diosa Fortuna. Sus tropas cruzaron el río Rubicón, las victorias se fueron sucediendo y su líder se convirtió en uno de los emperadores más afamados de la Historia Antigua.

Ya no basta ganar por accidente, como ocurrió en Córdoba. El míster ha contraído una responsabilidad con la afición y debe cumplir. El equipo, de su propia mano, ha demostrado que sabe competir e ir a por el partido. Planteamientos como el de la última victoria a domicilio no hacen sino desgastar su figura y crispar a la afición. Los tres puntos enmascararon un partido ramplón que hubiera dejado sin excusas a un grupo diseñado para dominar los partidos y salir a por la victoria. Una victoria que no siempre llegará, pero cuya consecución es un objetivo innegociable desde el primer minuto.

Más allá del sistema, del planteamiento y del once titular, es tarea del entrenador motivar a sus jugadores y hacerles saltar al campo con la intensidad necesaria que requiere una competición como la Segunda División. Enfrente hay un rival que también juega sus bazas y dispone de sus armas, pero nunca, bajo ningún concepto, te puede ganar en lucha, entrega y sacrificio. El fútbol es un deporte, no lo olvidemos. Y en caso de derrota en buena lid, no cabe más que agachar la cabeza, felicitar al contrario y pensar ya en el siguiente partido.

No sé dónde está el techo de este equipo. No sé si recordaremos sus nombres en el futuro ni si están destinados a protagonizar grandes gestas con este escudo. Depende de ellos. Su ambición y valentía, así como los caprichos de la diosa Fortuna, serán los encargados de escribir la Historia.

*Artículo publicado en Fútbol desde Mallorca el 23 de Noviembre de 2016.