El partido del domingo enfrenta al Mallorca a uno de sus demonios desde el descenso a los infiernos de la Segunda División. La figura del colista, encarnada en esta ocasión por el Nàstic de Tarragona, infunde auténtico pánico entre la parroquia bermellona. No en vano, el conjunto balear es un experto en resucitar equipos en avanzado estado de descomposición. Con la festividad de Tots Sants en el horizonte, vivos y muertos se darán cita sobre el césped del Nou Estadi. ¿Estamos frente a una nueva película de terror?

La humillación frente al colista se había convertido en una mera rutina para el club balear. Eso debe cambiar en Tarragona. Los catalanes no han ganado todavía, si bien es cierto que sólo el Valladolid ha sido capaz de hacerse con la victoria en el feudo tarraconense. Puntuar, al menos, debe ser una máxima para un vestuario al que le cuesta rendir fuera de Son Moix.

La posibilidad de volver a la Isla con el golaverage general en positivo es otro reto que plantea el choque. Con ocho goles a favor y otros tantos en contra, el Mallorca actual es el que está más cerca de conseguirlo desde el descenso a Segunda. Tras más de tres años y 137 partidos en la categoría de plata ha llegado el momento.

De igual manera encadenar dos victorias consecutivas tiene que empezar a dejar de ser considerado un hecho paranormal en el club. El equipo ha presentado su peor versión como foráneo, especialmente en Tenerife y Lugo, y ese debe ser uno de sus grandes caballos de batalla esta temporada. Los buenos resultados en casa se deben refrendar a domicilio.

La presencia de los ex es otro maleficio que atormenta al aficionado y al que hay que ponerle final. La sombra de Sergio Tejera adquiere dimensiones gigantescas a medida que se acerca el partido y más de uno lo empieza a confundir con el hombre del saco antes de acostarse.

Fernando Vázquez no podrá contar con Culio, baja por acumulación de tarjetas, para practicar al equipo un exorcismo futbolístico tan postergado como necesario. Pero el gallego puede tirar de meigas. O de la Santa Compaña, si hace falta.