Fernando Vázquez se juega el puesto frente a Alcorcón y Nàstic. Nada nuevo para el de Castrofeito, al que muchos culpan de todos los males del Mallorca y no le reconocen ni un sólo mérito desde que llegó a la Isla. Con el beneficio de la duda casi agotado ni posibilidad de redención, Vázquez es un sospechoso habitual al que la clasificación ha puesto en un brete de difícil solución.

El técnico gallego no lo ha tenido fácil desde su regreso en el mes de enero. Se encontró un equipo roto al que le añadieron unos cuantos retales de relumbrón en el mercado de invierno. Con más pena que gloria, suplencias de Ortuño de por medio, se consiguió una agónica salvación en Zorrilla que dejó un regusto amargo en la parroquia bermellona.

Algunos hubieran destituido a Fernando Vázquez en ese mismo instante. Esgrimen que la permanencia fue más fruto del error de terceros que acierto del Mallorca. Puede ser, no lo niego. En toda afirmación hay una parte de verdad. Pero igual de cierto es que con todo el verano por delante, el técnico gallego era una opción más que válida para arrancar una nueva temporada. No en vano, media categoría peleaba por hacerse con sus servicios cuando llegó aquí.

Tras la derrota de rigor en la jornada inaugural, el equipo bermellón ha practicado, en alguna que otra ocasión, un fútbol del que desconocíamos su existencia desde hace ya más de un lustro. Los partidos frente a Cádiz, Oviedo, Rayo, Girona o Huesca son el mejor aval de un grupo que, sin embargo, no ha conseguido despegarse de la zona caliente de la clasificación. Y aquí no caben interpretaciones.

Con más de 700 partidos a sus espaldas, Fernando Vázquez sabe perfectamente cómo funciona esto del fútbol. Puede que la marcha de Colunga a última hora, la lesión de Juan Rodríguez o el bajo rendimiento de algunos futbolistas no sean su responsabilidad. Pero los resultados mandan y la cuerda siempre se rompe por el mismo sitio.

Sea como fuere, su futuro inmediato y el del Mallorca van de la mano. Un par de buenos resultados sacarían al equipo de ahí abajo y le darían cierto margen de maniobra. Pero hay cosas que no cambian y él seguiría siendo nuestro sospechoso habitual de siempre.